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PAREJAS

Lo dejé ir, ahora me arrepiento

María Gabriela Palleros


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En el momento creíamos que cortar esa relación era una decisión más que acertada, pero con el paso del tiempo, esa seguridad empezó a tambalear abriendo paso a un mar de dudas que terminó desembocando en querer volver con esa persona que con tanta determinación habíamos dejado. Hasta acá nada raro, sabemos que a todos nos puede pasar, pero la situación se complica cuando nos damos cuenta que mientras nosotros ilusionados pensamos en volver, el otro no sólo ya rehízo su vida, sino que nos dejó bien claro que no tenía ninguna intención de regresar el tiempo.

Se podría decir que frente a un panorama así, cualquiera optaría por seguir adelante y empezar algo nuevo, pero no siempre es tan simple, porque al mismo tiempo que queremos darle un cierre a esa historia, nos aparece un arrepentimiento tan grande que termina llenándonos de infinitos reproches personales. Este es un punto importante, en el que sin lugar a dudas, la idealización juega un papel principal, porque todos los defectos que nos habían llevado a cortar la relación, de repente, se minimizan, y lo bueno se amplifica a tal punto que comienza a bloquear nuestra visión, dejándonos atrapados en la idea de que somos culpables de haber arruinado esa historia de amor que ya no va a poder ser.

Quedar instalados en los reproches, nos coloca no sólo en una situación de angustia, sino que nos vuelve inactivos, porque como sabemos, nadie puede avanzar queriendo caminar hacia atrás, y mientras nos damos cuenta que no nos queda más que la aceptación, igual repasamos minuciosamente nuestra historia con la otra persona, luchando para evitar que se convierta en recuerdo. Vivir en un presente que se alimenta de pasado, es un círculo difícil de romper, por eso necesitamos poder corrernos de los lugares que nos atan a la culpa y que limitan nuestra objetividad sobre las cosas.

Las historias de amor no se gestan por el deseo de uno, siempre un vínculo profundo se construye en base a dos personas que se eligen. No importa quién tomó la decisión inicial de cortar la relación, o si las cosas podrían haber sido diferentes. Siempre nuestro margen de referencia es “hoy”, intentar cambiar lo que pasó es tan en vano como intentar un futuro con alguien que no tiene ninguna intención de tenerlo con nosotros. Frente a esta situación, no debemos aferrarnos a la idea de arrepentimiento, porque si no nuestro enojo personal nos va a afectar en nuestras decisiones futuras.

¿CÓMO NO QUEDAR ATRAPADOS EN EL ARREPENTIMIENTO?

No centrarnos en lo que pudo haber sido. Lo que no sucedió no existe, es imposible de analizar, y está sujeto a infinitas variables. Vivir gastando energía pensando en esta situación, no sólo nos generará cada vez más angustia, sino que nos va a llenar de cuestionamientos y dudas que ya no tienen sentido sostener.

Aceptar la decisión del otro. No debemos tomar el “no” por parte de la otra persona como muestra de un error de una decisión que tomamos nosotros, sino como un trampolín que nos haga saltar hacia otra historia, como una confirmación de que lo que vivimos juntos terminó y que ya es tiempo de mirar hacia adelante.

No aferrarse al sentimiento de culpa. Amigarnos con nuestras decisiones, es lo que de a poco destierra todo tipo de reproches personales. Cuanto más estemos enojados con nosotros mismos, mas tardaremos en poder iniciar una nueva historia.

Aprender a cerrar. A veces no es la relación en si lo que extrañamos, si no que nos resulta difícil elaborar un final. Ante la primera inseguridad que vivimos en el plano afectivo, queremos volver a lo anterior que nos hacía sentir cómodos. Necesitamos ser conscientes de esto para no intentar buscar nuestra confianza personal por medio de ningún vínculo, sino encontrarla en nosotros mismos.

Arrepentirnos de una decisión, no es una situación simple de transitar, y mucho menos en lo que tiene que ver con lo emocional. Creer que las cosas serían mejor, si nosotros hubiéramos tomado otras decisiones, es sumarnos una carga imposible de sostener en el tiempo, a la que si nos aferramos, solamente lograremos aumentar nuestra angustia sin aportar ningún tipo de alternativa. La mejor manera de evitar quedar atados a reproches personales, es poder desplegar nuestra perspectiva hacia adelante. Si la otra persona ya nos dejó claro que no se puede reconstruir el vínculo, debemos asimilar el cierre con la seguridad de que la vida se basa en elaborar finales y en lograr ir en busca de nuevos comienzos, porque como se suele decir, a veces solo necesitamos aprender a cerrar una puerta, para dejar lugar a que se nos abra el universo entero.

 
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