Historias de vida

“Vivir entre libros y pañales” Rubén Guido Quispe Herrera



Un representante indígena junto con Rubén Guido Quispe Herrera, autor de la presente nota.

“Cuando me propusieron instalar una biblioteca que no dependa de ninguna institución estatal o de otra índole, no sabía que el proyecto me entusiasmaría tanto. Recién estamos comenzando y ya contamos con más de dos mil ejemplares. No es fácil, pero siempre hay gente solidaria que aprecia nuestra labor y está dispuesta a darnos una mano . . .”

Como éramos una familia numerosa, a mis catorce años un tío llamado Alfredo, pariente de mi madre de crianza, me propuso llevarme a la Argentina, a la provincia de Salta, donde él vivía. Las razones eran las mismas por las que se van todos los que necesitan un trabajo. También iba con la promesa de continuar mis estudios secundarios. Allí me inscribieron en el Colegio “2 de Abril” y posteriormente en el Colegio Técnico entre los años de 1989 al 1992, donde estuve alrededor de cuatro años.

Cuando llegué empecé a trabajar en la construcción junto a mis tíos. Como eran solteros, también vivía con ellos. En verdad, to-do el dinero que yo ganaba era administrado por mis tíos. La vida allí es diferente. Por eso, en los primeros meses, siempre vas a extrañar tu familia, los amigos, tu ciudad. Poco a poco uno tiene que irse acostumbrando a la gente, su comida, sus costumbres, al mismo hablar. En verdad, no sentí ningún tipo de discriminación, aunque no falta quien te trata despectivamente como “bolita” o “boliviano”.

Por algunos problemas de trabajo tuve que dejar el colegio. A mis 16 o 17 años me fui independizando, trabajaba ya sea en construcción o mecánica. Conocí a un ingeniero en aeronáutica que tenía un taller de metal-mecánica, allí aprendí soldadura. A los 18 años tuve que retornar a Bolivia para cumplir el servicio militar. La idea era volver allí para terminar mis estudios secundarios e ingresar a la Universidad de Salta o irme a Córdova. Pero mi destino había sido vivir aquí en Oruro.

Nací en la ciudad de Oruro el 17 de junio de 1974; mi padre es, José Quispe Zamora de ocupación metalurgista, mi madre de crianza, Mercedes Quispe, es comerciante. Mi madre verdadera se fue cuando yo tenía cinco años. Soy el mayor de dos hermanos de su primer matrimonio que son Gari Toño y Graciela Janneth – en el segundo matrimonio – llegaron cuatro hermanos más: Rury Milton, Gaby, Claudia y Sara. Hice el ciclo primario en las escuelas “Uru Uru” “Beneméritos de la Patria”. Como hermano mayor, prácticamen-te cuidaba a mis hermanos y hermanas, a partir de mis ocho años empecé a cocinar y los quehaceres de la casa.

En esa época entre los años de 1980 – 85, en plena dictadura militar, no había agua en las zonas altas de Oruro. Como en nuestra casa teníamos pozo, se me ocurrió proveer de agua a los vecinos que me pagaban con productos, en otras ocasiones con pan por el servicio. Así procuraba un poco de ayuda para la casa.

A mi regreso a Bolivia, extrañaba mucho la ciudad de Salta, me había habituado a las costumbres de allá. Ingresé al cuartel en el año de 1993 en la localidad de Challapata en el Regimiento 24 de Infantería “Tte. Méndez Arcos” RANGER, allí encontré algo muy diferente: Disciplina, Orden y Subordinación. No sufrí mucho y los castigos no eran como an-tes. Salí con el grado de dragoneante. Justo en esa época de mi servicio militar, en Salta salió la amnistía para los indocumentados, por lo que había perdido la oportunidad de conseguir mi residencia. Entonces decidí terminar mis estudios en Oruro, pero tenía que hacer convalidar los cursos aprobados en Argentina a través de Ministerios y Cancillerías, eso significaba realizar gastos económicos dado el sistema burocrático de Bolivia. Mi papá me sugirió que me inscribiera en el Centro de Educación Media de Adultos (CEMA), hoy denominado Centro de Educación Alternativa (CEA.) “Marcos Beltrán Ávila” que yo no conocía. Tres años después, en 1996 terminé el bachillerato. Posteriormente postulé a la carrera de Derecho. Allí estuve hasta egresar en el año 2005. Durante el día trabajaba como ayudante de cocina, también en zapatería y soldadura. En una actividad social conocí a quien sería la madre de mis hijos. En verdad no hubo enamoramiento, fue algo pasajero. Siete meses después su-pe que ella estaba embarazada. Para mí fue una sorpresa. El 8 de enero del 2001, nació mi niña en forma prematura.

Alejandra Tania fueron los nombres con los que se bautizó mi hija, desde el momento de nacer necesitaba un tratamiento por desnu-trición, y fue asegurada en el centro de salud de la Asistencia Pública por estar seriamente enferma por descuido de su madre. A los ochos meses de nacida Alejandra solo pesa-ba tres hilos con cuatrocientos y estaba en un nivel agudo de desnutrición y lo primero que hice fue internarla en el hospital durante una semana. En esa época yo vivía con mis padres y cuando les di la sorpresa de la nieta, ellos no lo tomaron muy bien. Poco a poco se fueron acostumbrando y en cierta manera ellos me ayudaron en su cuidado hasta hace un año, cuando decidí vivir solo. Cuando me hice cargo en la crianza, yo estaba cursando el segundo año de Derecho. Para vivir me dedicaba a ganarme algún dinerito, vendía medias en el mercado y rescataba naranjas o papayas y ayudaba a descargar y seleccionar la fruta en el mercado Tajarete. Cualquier niña cambia el destino de sus padres, en el caso mío, además de la alegría, ella me trajo mucha suerte. Empecé a conocer muy bue-nos amigos y me llegaron ofertas de trabajo. En esa época iba al comedor universitario y como mi hija venia conmigo, todos mis amigos y amigas compartían su comida con ella. Mi pequeña se recuperó totalmente. El hecho de no criarse con una madre le ha causado algún problema afectivo. Tiene la tendencia de llamar mamá a toda mujer que ve. Según la psicóloga eso irá superando con el tiempo.

Al transcurrir del tiempo tratamos con mi pareja darnos otra oportunidad para consolidar una familia y en eso nació un varoncito, y fue el 21 de febrero del 2002, que por razones de mal entendidos no pudimos congeniar caracteres por lo cual tomamos la determinación de vivir separados, con todos los antece-dentes que la madre de mis hijos tenia. Actualmente mis hijos ya son adolescentes y están acostumbrados a estar a mi lado. Con todo lo que ha sucedido en mi vida no me arrepiento en tenerlos porque pasé angustias y alegrías al lado de mis hijos, espero que en el futuro tenga el apoyo de ellos cuando llegue a la vejez.

Las Bibliotecas. Siempre me ha gustado leer y reunir material bibliográfico. Tenía el sueño de una biblioteca propia para luego abrirla a la gente. El año 2002 mi docente de la materia de Seminario y metodología de la investigación, la Dra. Clotilde Calancha Cas-tillo de Chanez, (actual Representante De-partamental del Defensor del Pueblo) me pro-puso implementar bibliotecas populares en los barrios periurbanos, en esos años yo era dirigente de un proyecto de Desarrollo Inte-gral en el barrio de Alto Oruro sudoeste, don-de logramos realizar la apertura de una bi-blioteca con el nombre “ALBERTO GUERRA GUTIERREZ”, también tuvimos el apoyo eco-nómico del Rev. Padre Iván Ricardo Trujillo Ibáñez y de la Prof. Emma Duplech del Comité pro bibliotecas populares. Pensába-mos en una biblioteca independiente de cualquier institución estatal o alguna O.N.G. Asesorados en el área de la bibliotecología por la Dra. Calancha, quien hizo estudios superio-res en bibliotecología y archivística en Cali Co-lombia a través de una beca en representación de la U.T.O. Emprendimos la tarea junto a mi compañero Wilfredo Achá Romero quien es Ingeniero de Sistemas. La segunda biblioteca fue inaugurada el 15 de abril del 2004, brinda servicios gratuitos a los estudiantes y lectores ocasionales. Elegimos para ella el nombre del Dr. Luis Ramiro Beltrán Salmón, destacado intelectual, periodista y jefe de redacción en el periódico “La Patria”, premio mundial en comu-nicación “McLuhan”-Teleglobe Canadá. El ma-terial bibliográfico fue donado por instituciones y personas de buena voluntad.

Actualmente contamos con más 6 mil obras literarias, entre poesías, narrativas, textos jurí-dicos, de comunicación social, antropología como también libros de ciencias exactas y otros. También hay una sección hemerográfico con periódicos de “La Patria”, “El Diario”, “La Prensa”, “Pagina siete”, “El Alteño”, “Alarma”, “El Cambio”, “La Voz”, “Compadre” y “Ciudada-no”, revistas culturales y boletines de institucio-nes públicas y privadas. El Dr. Beltrán nos en-viaba cuando salía novedades que se presen- taban en la ciudad de La Paz. Para poder recaudar y obtener más libros yo participo en todas las presentaciones de libros y solicito algún ejemplar al autor, como una manera de promocionar su obra literaria. Las editoriales Santillana y Los Amigos del Libro, también mandan algo de su producción. Se supone que esto es un voluntariado, por lo que ninguno de nosotros cobra un sueldo, aunque como parte activa de la Comunidad Misionera Católica “Nuestra Señora de Guadalupe”, en la cual re-cibo un pequeño incentivo, apoyo que consi-dero mi sueldo, pues trabajo aquí a medio tiempo.

Nuestros usuarios son principalmente del barrio y de zonas periurbanos, muchos niños buscan cuentos infantiles y los jóvenes buscan textos de estudio universitario. Por iniciativa propia vamos a unidades educativas a ofrecer material para ser utilizados en el aula. También impulsamos concursos de dibujo y pintura, pa-neles y literatura, proyección de videos educa-tivos, jornadas de lectura, conferencias y semi-narios. Hay muy buena respuesta del público aunque nos hace falta espacio, algunos mue-bles y material de escritorio para la atención adecuada y cómoda de nuestros usuarios. Pe-ro sé que todo eso irá llegando con el tiempo.

Pretendemos crear y coordinar una red de bibliotecas populares en la ciudad de Oruro, de esta manera se podrá incentivar a la lectura y promocionar la literatura nacional y nuestros idiomas nativos.

En lo personal me gustaría especializarme en bibliotecología, documentación y archivísti-ca. No falta quienes critican y suponen que debo buscar un trabajo mejor remunerado, pero esta profesión me gusta mucho y no creo que sea un esfuerzo inútil.

“Oruro, un centro de cultura, fue fundada en pleno altiplano Boliviano, está situado en una planicie donde transitan vientos fríos durante gran parte de año. La ciudad se encuentra en medio de serranías donde destacan cumbres como la de San Felipe o el cerro Pie de Gallo. Todas ellas, ocupan un lugar en la mitología lugareña. De amplia tradición cultural es la arquitectura y lo que mejor conserva Oruro de su época más próspera; de ellas podemos mencionar la residencia construida por el mag-nate minero Simón I. Patiño en los albores del siglo pasado, hoy convertida en museo. Uno de los acontecimientos más importantes en la ciudad es la Entrada del Carnaval, declarado por la UNESCO “Patrimonio Intangible de la Humanidad”….

Oruro es también un semillero de poetas y escritores que realizan una ardua aunque silen-ciosa tarea. Así se explica que, desde los albo-res del siglo XX, surgieron revistas y otras publicaciones que se han constituido en valio-sas escuelas periódicas. Ante la falta de biblio-tecas o centros de lectura en la ciudad, se ha creado el Centro de Documentación y Biblio-teca Cultural Itinerante “Luis Ramiro Beltrán Salmón” a partir del esfuerzo de dos jóvenes universitarios. Su objetivo es incentivar la lectu-ra entre niños y jóvenes.

Bibliografía:

Entrevistas y fotografías: Lic. Germán Arauz Crespo, Lic. Amanda Dávila Torres (La Paz- Bolivia)

Libro: Yo Soy “Historias de Vida” Veintiséis vo-ces bolivianas, editada por “Luciérnaga” Aso-ciación Infantil Boliviana, Coordinación y edición: Lic. Elisabeth Huttermann, Redacción: Lic. Manuel Vargas Severich. Edición 2005 Pág. 211 al 218. Auspiciada: COSUDE, Funda-ción “Konrad Adenauer” y UNIR Bolivia.

 
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